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sábado, 1 de diciembre de 2012








El origen del Árbol de Navidad es muy antiguo y también algo confuso, ya que son varias las versiones que cuentan de él.Se dice que los celtas, al comenzar el solsticio de invierno adornaban un roble -su árbol sagrado- para asegurarse el regreso del Dios del Sol y de la fertilidad.

La costumbre cristiana de colocar regalos a los pies del árbol y abrirlos en Navidad, también proviene de los celtas, quienes una vez producido el solsticio (21 de diciembre) se repartían entre las antorchas como augurio de un pronto verano.

Mientras los cristianos protestantes eligen el pino, los católicos prefieren el abeto y esto tiene que ver con que fue Martín Lutero, padre de la Reforma, quien impuso el pino como Árbol de Navidad, porque sus hojas, que simbolizan el eterno amor a Dios, debían ser perennes.

A esta idea también adhirieron los católicos, pero para distinguirse de los protestantes lo suplantaron por el abeto, que además de hojas perennes, tiene una forma triangular que representa a la Santísima Trinidad.

El Árbol de Navidad también recuerda al manzano del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de donde provino el pecado original.
Pero para los cristianos las esferas representan los rezos que se hacen durante el período de Adviento y sus colores responden, si son rojas, a peticiones; si son plateadas, a agradecimiento; las doradas son de alabanza y las azules de arrepentimiento.
Las luces, que en un principio eran velas, representan la luz de Cristo.
Además, la estrella que se acostumbra poner en la punta del árbol representa la fe que debe guiar la vida del cristiano.
La costumbre de armar el árbol de Navidad el día 8 de diciembre, se apoya en que la Virgen María esperó los nueve meses de embarazo el nacimiento de su hijo Jesús. En el Adviento, Ella nos acompaña a esperar con alegría el nacimiento del Hijo de Dios.